miércoles, 4 de abril de 2007

Olor

I



Los frascos de especias,
sopas de sobre,
cacerolas,
cucharones huelen a mí.

Sábanas, toallas,
ganchos de ropa,
cobijas, almohadas,
rincones y espacios abiertos,
cortinas,
paredes, puertas y pasillos.

Discos de Arjona, Franco y Montaner.
El control remoto que falla,
Apagadores y lámparas,
la penumbra,
el agua templada de la regadera.
Las cervezas vienen con mi olor.

La playa y el barro,
fueron ya atomizadas de mi.
La soledad también.



II



Vine dejando mi rastro.
Ocupar este espacio,
deshacerme en aire.

Tendrás que respirarme
porque marqué tus labios con mi aroma.
Si traicionas sentirme
escogiendo la boca para evadir mi olor,
entonces el aire te sabrá a mí.



III



Al despertar,
me olerás en ti.
Al sudar me olerás en ti.
Cuando rías me olerás.
Cuando esperes.

Tu olor soy yo.



IV



Tus pulmones me reparten
fraccionado en cuotas a tu sangre.
Sembrándome en cada célula
te alimento de mí con mi perfume.
Te haré adicta viviendo en ti.
Así con olor te marco;
territorio al que pertenezco.
Y no habrá detergente que pueda
desterrarme de tus rincones
porque contra ti me deshice para ser tu aire,
porque me cerní en el aire para pertenecerte.

martes, 3 de abril de 2007

Encuentro




Y me arrojé a esos escalones bajando como quien tiene prisa. No sabía que iba a tu encuentro, no sabía que existías. De haberlo sabido habría traído un cartel con tu nombre, como en un aeropuerto, pero tampoco sabía tu nombre.
Allí te encontré al fondo de las escalinatas, en una playa que sin ti hubiera estado vacía.
La tenías repleta de una soledad que se asoleaba sin mucho orgullo, acompañada de una peculiar distraída tristeza. Yo, en cambio traía conmigo una soledad orgullosa, una tristeza domada y dos pequeños primos con ganas de llevarme a pescar. Toque la arena invadiendo la comodidad de quien no busca compañía y rompí el hielo con un hola tan espontáneo como un estornudo. Alzaste la mirada y se me revelaron tus ojos y entendí de pronto a tu soledad y a tu tristeza y sentí que ya te había conocido, desde siempre; y devolviste un hola como el que se le da a alguien querido que llega de sorpresa.

Ausencia




Cuando notes mi ausencia
quizá no me he rendido,
con el corazón dormido
habré partido hacia el olvido.

Cuando mi ausencia aparezca
ya no seré el mismo;
todo aquello que fui
lo encontrarás contigo.

Cuando mi ausencia te abrace
ya no tendrás mi abrazo,
ni mi tristeza, ni mi llanto;
que hoy viajan conmigo.

Cuando mi ausencia te atormente
-porque me has comparado-,
habré de estar tan lejos
que habrás de sentir que siempre,
me has extrañado.

Cuando mi ausencia te despierte,
podrás leer mis tantas despedidas,
te pertenecerán mis letras,
podrá sangrar la herida.

Cuando mi ausencia se vaya
me llevara consigo,
se escapará en las sombras,
te traicionará el olvido.

Cuando ya no mi ausencia,
sabrás que me he rendido,
mi corazón despierto
te habrá hecho olvido.