lunes, 21 de julio de 2008

Descubrimiento




No la miré queriendo desearla.

Fue más bien un descubrimiento, un grito de: “tierra a la vista” de un navegante desesperado y agotado de ser engañado por espejismos. Allí estaba, en compañía de su linda familia, orbitada por su aburridísimo marido y arreando un cochecito dotado de un pichón que no alcanza todavía a caminar por si mismo.

Yo, tomando un solitario café, entre mis notas y perdido en mis pensamientos, no debí alzar la mirada buscando huir un minuto de mi complejo interior. La descubrí.

Callaron mis pensamientos y sus ecos, mis emociones, mis notas rogando atención y hasta el café al cual hace rato no le seguía el terrible monólogo. Se borraron los atroces murmullos del consumismo frente a las vidrieras y los estruendosos taconeos por los pasillos. El silencio se hizo con el momento, justo cuando ella cruzó conmigo la mirada engrapando sus ojos en mi asombro. Casi dejé de respirar, fulminado por ese instante láser que me apuntaba. Me descubrió.

4 comentarios:

hcgda dijo...

Me encanta como se hizo el silencio, escalofriante la verdad... Interesante, estás escribiendo en prosa!

Sage dijo...

buuuu! y la segunda parte del relato ¿qué?

¿Que sucede después de aquel instante eterno de silencio, donde el dios cronos, travieso y condescendiente, permite que simples mortales intercambien vidas en sus miradas, y miradas que se convierten en sus vidas?

¿Logra el olvidado poeta descubrir algo más?

hcgda dijo...

¿Qué viene después preguntas, mi querido Hagen?

¿Conoces la rutina de dos amantes ilegales?

Los cafés se enfrían, hay que decir las cosas rápido, hay que amarse a la sombra de motelitos, las peleas sobrevienen, la culpa también.

Pero la primera mirada nunca se olvida, no tiene precio, fue un regalo de los dioses.

Por eso el poeta se queda ahí... y el amante también.

Sage dijo...

Imagino, entonces, que aquel inolvidable momento será invaluable.

Un hermoso recuerdo, sellado por el aroma de un buen café, el cual ,se convierte en cómplice y amable confidente del poeta.

Quizás por eso, no es extraño ver personas degustando un café a solas,mirando y riendo al infinito. Un mundo lleno de recuerdos, a los cuales nos vamos acercando poco a poco, sorbo a sorbo...

Gracias por la explicación Holandita. :-)